Se sabía ya, de antemano, que los cinco días en blanco que el jefe de gobierno se tomó para parar, reflexionar y recalcular dejarían un sabor amargo en la boca de los españoles fuera cual fuera su decisión.
Se sabía ya, de antemano, que los cinco días en blanco que el jefe de gobierno se tomó para parar, reflexionar y recalcular dejarían un sabor amargo en la boca de los españoles fuera cual fuera su decisión.